lunes, 19 de abril de 2010

Desvaríos de madrugada

No necesito más para irnos. Una mochila con algo para escribir y algo con lo que poder dibujar. Y a ti. Vámonos a Galicia, a alguna de esas playas perdidas en las que reina la tranquilidad. Vámonos a la orilla del mar, a amarnos y a aguantarnos. Vámonos el tiempo que haga falta; es más, olvídate del tiempo. Sé que te será difícil pero podrás conseguirlo.

Y si no te convence, vámonos a una ciudad ruidosa. Vámonos a confundirnos entre las multitudes, a donde no haya nombres al caminar por la calle, ni la gente se salude cada dos pasos. O vámonos a Venecia, a Roma, a alguna ciudad italiana donde las personas sean amables pero no cotillas, donde todo parece tan simple. Vámonos al fin del mundo si es lo que deseas. Tan sólo dímelo y dame el tiempo justo para coger mis cosas, que iré donde estés conmigo.

Vámonos de viaje, en uno de esos largos en los que no existen las prisas ni los horarios. Vámonos de aquí.

Ésta noche me siento tan tuya...

sábado, 17 de abril de 2010

Liam

Quería volver a verla. Necesitaba sus ojos del color del mar en calma, su olor suave, la tranquilidad que sólo ella sabía darle.
Se sentó en la playa, con la mirada perdida en el horizonte, sólo por si ella volvía.
El cielo estaba cubierto de nubes negras que amenazaban tormenta y pronto iba a llover, pero a él no le importaba. La tarde avanzaba y a medida que el sol se ponía, también se iba comiendo su alma.
El mar rugía con desesperación, como su corazón, como si también la ansiara a ella... las olas batían con fuerza sobre las rocas y las olas se hacían cada vez mas altas y fieras. Y sus lágrimas se mezclaron con el agua salada... y así, llorando, fue consumiendo el tiempo a la orilla del mar hasta que se quedó dormido sobre la arena.
Quería volver a verla. Soñó con ella en la orilla de aquel mar tormentoso, con la espuma bañándoles los pies, donde se dieron su primer beso...
Soñó amaneceres y atardeceres en aquella playa, con el mar tranquilo y amable devolviéndoles su reflejo... soñó con aquella imagen de los dos abrazados, apartados del resto del mundo, en un sitio en el que sólo existían ellos...

Un trueno le despertó de golpe.
Se estaba oscureciendo el cielo y llovía. El mar seguía furioso y oscuro. Y ella no había vuelto.

viernes, 2 de abril de 2010

MM #4 - Erick (II)

- Eres tan inentendible, Lara...
- Pero no puedes vivir sin mí. Reconócelo.