jueves, 31 de diciembre de 2009

Sueño





Sueño de un día, de una noche, de una vida…
Sueño contigo cada día
Sueño entre rosas, en sábanas blancas
Sueño en tus brazos, descansa mi alma
Sueño que estás, que aún no te has ido
Sueño una risa, sueño sólo un beso
Un susurro desde mi labio a tu oído
Soy sólo tu suspiro, tu amante, tu preso
Sueño contigo, sueño en tu ausencia
Sueño un día, una noche, una vida
Sueño contigo cada día

lunes, 7 de diciembre de 2009

Reflection - Capítulo 1

El primer capítulo... espero que os guste ^_^


Despertar

Me levanté como cada mañana a las 6 en punto. La luz de las farolas se colaba por entre las rendijas de la persiana bajada. Otro día más, en la misma ciudad fría y muerta… pero no era igual que los anteriores. Aparentemente sí, pero ¿qué esperaba encontrar a esas horas? ¿Un brillante sol tras la persiana y un cielo azul radiante?

Cogí mi albornoz y me dirigí hacia el baño, intentando no cortarme con los restos de botellas rotas que había por el suelo… mi piso estaba hecho un asco, y a mí ni siquiera me había importado, cuando antes era un tipo casi maniático en cuanto al orden y la limpieza.

Lo peor era que al parecer, ni siquiera me había dado cuenta de que mi vida se estaba desmoronando mientras me sentaba frente a una botella. Y era cierto, no recordaba apenas nada más que vagas imágenes de los últimos meses. ¿Me habrían echado del trabajo? ¿Cómo estaban mis padres? ¿Habría tenido algún nuevo sobrino al que aún no conocía?

Me paré frente al espejo y la imagen me dio miedo. Y grité, grité hasta quedarme sin fuerzas, encogido en el suelo del baño, sollozando como un niño…

No sé cuánto tiempo estuve así, pero cuando fui capaz de levantarme del suelo ya estaba amaneciendo.

Decidí empezar de cero desde aquel mismo día e intentar, no ser el que era antes, sino ser alguien mejor. Alguien fuerte, alguien sin miedo, sin debilidades… quería ser yo.

Antes de nada me afeité y me duché, descubriendo que no me quedaba champú ni gel. ¿En qué momento se había gastado y había decidido que no era importante? Salí de la ducha chorreando sin encontrar ninguna toalla limpia (me negaba a ponerme el albornoz otra vez antes de lavarlo, estaba asqueroso), y así, desnudo, fui hacia el dormitorio, donde una vez más, el espejo me dio una triste imagen de la realidad.

Estaba asquerosamente delgado y demacrado. Al acercarme más, pude ver que tenía algunas heridas de cortes en los brazos y las piernas, probablemente de cristales, y que unas enormes ojeras enmarcaban mis ojos grises, dándome un aspecto, si cabía, aún más cadavérico.

Aquello tenía que acabar. Antes de nada y por la hora que era, tenía que ir al trabajo, si es que aún lo conservaba. Por suerte algunos de mis trajes seguían limpios, pero encontrar una camisa fue más difícil. Salí de mi piso (si es que se le podía llamar así en el estado en el que estaba) con el tiempo justo para llegar a la oficina.

En el camino hacia la boca de metro hice un par de llamadas; una a una agencia de asistentes a domicilio que conocía, ya que alguna vez había contratado a alguna, solicitándoles una muchacha para esa misma mañana. Otra a la portería de mi edificio para que le facilitasen las llaves, porque yo no iba a encontrarme allí hasta tarde. Terminé de hablar con la portera justo cuando bajaba las escaleras del metro.

Apenas recordaba haber pasado por allí durante este tiempo, más bien era como si se hubiese convertido en un vicio autómata que mi cuerpo realizaba cada día sin que yo lo controlase. Y digo vicio porque sí, yo amaba mi trabajo. Era un prestigioso abogado de éxito, requerido por los más distinguidos clientes. Nunca había perdido un juicio ni abandonado un caso. Todo el mundo me buscaba y me adoraba; era un éxito en las fiestas y un triunfador con las mujeres. Todo el mundo hubiese querido tener mi vida… excepto yo. Tanta gente a la que ni siquiera conocía haciéndome la pelota me abrumaba, tantas chicas fáciles que sólo querían un amor de una noche me agobiaban. No era eso lo que yo buscaba. Necesitaba a mis amigos, esos que siempre me habían querido por cómo era y no por quién era, y a una mujer a mi lado que me amase, que luchase por mí como yo lo haría por ella. Y creía que había tenido todo eso…

No quería recordar su nombre. Hacía meses que su sola imagen me atormentaba y me torturaba hasta consumirme. Había conseguido hacer de mí lo que era ahora… un despojo, un desecho, un cadáver viviente. Me había utilizado a su antojo, jugando conmigo hasta convertirme sólo en su pelele. Y yo, iluso de mí, pensaba que me quería…

Me di cuenta de que me estaba agarrando a la barra del vagón con demasiada fuerza porque tenía los nudillos blancos. Un sudor frío recorría mi espalda… no quería volver a caer. No otra vez. Casi sin darme cuenta, sumido en mis propios pensamientos había llegado a mi parada. Recorrí los pasillos de siempre, nuevos para mí, y salí a la calle, unos 200 metros más arriba de mi oficina. Hacía un bonito día; gris pero luminoso. Eché a andar calle abajo, con el mismo pensamiento de aquella mañana de empezar de nuevo y olvidar de una vez por todas los fantasmas del pasado.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Reflection - Prólogo

Este fue un mini relato que escribí hace tiempo y del que sólo había escrito esta parte. Hoy me ha dado por continuarlo... espero que os guste. Espero críticas y comentarios ;)


Prólogo

Estaba como siempre, sentado en la misma barra del mismo bar delante de una cerveza; mientras veía como mi cigarro se consumía lentamente, apurándolo de vez en cuando con caladas largas y profundas.

No tenía nada que hacer. Nada que buscar, nada que encontrar. Nada que perder. Nada que ganar. No tenía nada.

Veía pasar el tiempo lentamente como en medio de una película, la película de mi vida, en la que yo sólo era un mero espectador, sin ninguna capacidad de decisión sobre las imágenes. Mi vida estaba vacía, yo me había consumido hasta tal punto de no ser más que una sombra de lo que era antes. Ya nada quedaba de la persona que alguna vez había sido.

¿Cuál había sido mi crimen? Amar. Entregarme en cuerpo y alma a una ilusión vana. ¿Cuál era mi condena? Vagar. Por siempre, sólo y vacío, esperando la hora de mi muerte.

Nada me llenaba, nada me ilusionaba. No encontraba emoción ninguna en las cuerdas de mi guitarra, antes llenas de alegría. No le veía sentido a estar con mis amigos. No me comprendían. Simplemente era un cuerpo hueco que se sentaba con ellos y les escuchaba remotamente, porque realmente mi conciencia no estaba allí, con ellos, sino lejos, siempre muy lejos de mí.

¿Qué era yo? Nada. Absolutamente nada. Un alma muerta, una carcasa vacía, un agujero negro. Mi cigarro seguía consumiéndose, y juro que cuando me quedaba fijo mirándolo, viendo como el fuego devoraba todo, papel y tabaco, sentía que también se llevaba una parte de mí. Tal vez yo hubiese querido ser ese pitillo que, al menos, en su corta vida tiene alguna utilidad, sabiendo que al fin se consumirá del todo y se apagará. Tal vez yo deseaba ese fin, tal vez quería morir y acabar con todo. ¿Realmente deseaba la muerte? Sí, pero no la buscaba. Ni siquiera me afanaba en buscar lo que podría ser mi único deseo, mi única meta. Ni fuerzas para eso tenía. Tal vez no era tan cobarde como para suicidarme, pero tampoco lo suficientemente valiente para hacerlo. En todo caso era un suicida pasivo. No, no tenía fuerzas para buscar la muerte, pero tampoco para evitarla. No me importaba morir. No le tenía miedo.

Sentía que desperdiciaba mi vida allí sentado sin hacer nada día tras día, pero en realidad, tampoco tenía nada que hacer. Ahí en la barra veía pasar a muchísima gente, desde padres e hijos que se reencontraban hasta grupos de amigos que venían al bar constantemente, pasando por parejas enamoradas que se besaban en un rincón, o madres agobiadas por las quejas de sus bebés. En todo caso nadie que llamase demasiado mi atención. Tampoco es que buscara a nadie así, de hecho, no iba a nada. Pero simplemente apareció.

De pronto cruzó la puerta y fue como si el mismo sol entrase en la sala. No era una de esas supermodelos de revista, ni alguien que entrase en los típicos cánones de belleza, pero era preciosa. No fue su aspecto físico lo que me más llamó la atención de ella, sino su seguridad al andar, la determinación en su rostro al avanzar con paso firme hacia la barra. La silueta de su cuerpo apoyado en la barra, marcada por una lámpara ubicada justo detrás de ella era perfecta. Su larga melena ondulada le caía por la espalda sin orden, lo que le daba un toque inocente y salvaje al mismo tiempo. La forma de sus labios menudos era increíblemente sensual, así como la seductora voz que poseía, que oí al pedirle ella un café al camarero.

Era increíblemente hermosa, y por ello mismo, sabía que era inalcanzable. Intenté apartar la vista de ella dirigiéndola de nuevo hacia mi cigarrillo, pero no fui capaz. Giré la cabeza nuevamente para observarla… y ella estaba mirándome. Y ahí fue cuando perdí totalmente el control.

Sus ojos, sus preciosos ojos color castaño estaban fijos en mí, y la forma de fruncir el ceño indicaba que estaba estudiándome, un análisis rápido. La miré directamente a los ojos intentando esbozar una sonrisa (costaba mucho después de tanto tiempo sin forzar los músculos faciales) y ella, avergonzada de que la hubiese sorprendido mirándome tan directamente, apartó la vista rápidamente, para disimular dando un largo trago a su café.

No sé por qué lo hice. No sé qué fue lo que me impulsó a ello pero en cualquier caso, no pude evitarlo. Me levanté, sin echarle una última ojeada a mi ya apagado cigarro, cogí mi chaqueta y, de camino hacia la puerta, me situé detrás de ella y le di un toque en el hombro. Ella se giró rápidamente y, sin darle tiempo a reaccionar, la agarré levemente de la cintura y la besé, con suavidad, sin violencia, degustando cada milímetro de sus labios, embriagándome de su aroma. Apenas duró unos instantes, pero para mí fue como si volviera a vivir una vida entera. Me separé de ella y me encaminé hacia la puerta, dejándola atónita.

Salí del bar y sentí el viento del otoño en mi cara. Eché a caminar por la acera, sonriendo de verdad, por primera vez en mucho tiempo. Aún podía oler su perfume, que me acompañaría por mucho tiempo. Y entonces supe que mi alma renacía, y que ese beso me había devuelto a la vida.

Presentación

Muy buenas a todos.

Más que nada, decir que inicio este blog para publicar poemas, cuentos, relatos, etc. Aunque la mayoría no valen la pena, me gusta compartir lo que escribo.

Sin más, un saludo ;)