domingo, 26 de febrero de 2012

Dark Passion Play - XIV

Los siguientes días pasaron rápidos, sin complicaciones. No habíamos vuelto a hablar de lo que pasó aquella tarde, pero yo lo revivía continuamente. Y me gustaba. Me moría de ganas de que volviéramos a besarnos, de volver a estar tan cerca de él de esa manera, pero no pasó nada. Es cierto que tampoco tuvimos demasiadas ocasiones de estar solos - había cosas que hacer - pero le echaba de menos. A veces me despertaba por la noche y le espiaba en silencio, con la única luz de la luna iluminando su cama, viéndole dormir. Era hermoso. Mi odio me había cegado hasta hacía poco de tal manera que no había sabido verlo, pero era cierto. Y le quería para mí.

La noticia más remarcable aquellos días fue que los chicos estaban planeando un viaje a la playa para el fin de semana. En principio me sentí tentado de aceptar, pero luego, pensándolo mejor, planeé mi propio fin de semana. Era aún muy pronto, y bastante arriesgado, pero tenía tantas ganas de él...
Sutilmente, me las arreglé para convencerle de que el viaje a la playa no era una buena idea. No sé si por mi capacidad persuasoria, o bien porque el tenía los mismos pensamientos que yo, pero aceptó en quedarse conmigo.
Esperaba impaciente el fin de semana...

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No sabía cómo había aceptado, pero el caso es que, en tres días, Erick y yo íbamos a estar en casa, completamente solos. Los demás, incluida Lara, se iban a la playa de fin de semana. Eso nos daba tres días sin que nadie nos molestara, con total libertad para hacer lo que fuera. Las posibilidades me asustaban un poco, si bien en mi interior me moría de ganas de probarlas todas.
Aún seguía teniendo bastantes dudas respecto a mi sexualidad. Después de lo del otro día... ¿eso me convertía en gay? No, me gustaban las mujeres. Si en vez de Erick se quedara su hermana durante todo el fin de semana conmigo, en otras circunstancias, tenía muy claro lo que quería.
Entonces... ¿era bisexual? Aún no lo tenía claro, y la verdad era que no me importaba. Le quería a él, y eso era todo. Sin etiquetas. Sin reproches. Sin prejuicios. Decidí que lo que tuviera que ser sería, pero la verdad era que estaba hecho un manojo de nervios.

El día antes de que todos se fueran, por la mañana, me desperté muy temprano, pero Erick no estaba en su cama. No le di mucha importancia y me dirigí hacia la cocina para desayunar algo, pero al pasar por delante de la habitación de Lara oí gritos y les escuché a ella y a su hermano discutiendo.

- ¿En qué coño estás pensando, de verdad? - decía ella, visiblemente cabreada.
- No es más que un juego, si quieres llamarlo así, Lara. No es para tanto - resoplaba Erick -. Es sólo una forma más de entretenerme.
- ¿Entretenerte? ¿A ti no te importa nada, verdad? Tienes que dejarlo, tienes que parar. Podrías hacer mucho daño a alguien...
- ¿Daño? ¡Es sólo un juego!

En ese momento Mark, otro de los chicos que vivían en la casa, salió de su habitación, que pegaba con la mía. Me envaré, nervioso porque me hubiera descubierto espiando a Lara y Erick.
- Buenas... ¿Qué tal?
- Eh... bien, bien, gracias - farfullé nervioso -. ¿Y tú?
- Guau, ni te imaginas las ganas que tengo de que llegue mañana - evidentemente, se refería a la playa. No creo que esperara el día siguiente con ganas por los mismos motivos que yo -. ¿Estás seguro de que no quieres venirte? Podemos llevarnos otro coche si somos más...
- No, no, gracias, no te preocupes - le sonreí, aún nervioso -. No tengo muchas ganas, eso es todo.
- ¿Seguro? Bueno, si cambias de idea, ya sabes dónde estoy.
Asentí con la cabeza, sonriéndole. Él me devolvió la sonrisa - por lo general era una persona bastante alegre - y bajó las escaleras. Bajé tras él, olvidando el incidente de la habitación de Lara. Si es que había pasado algo, estaba seguro de que alguno de los dos hermanos me lo acabaría contando.

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