- ¿Ves? Te lo dije - dijo Lara nada más cerrar la puerta.
Seguía allí, escondido, con el corazón latiéndome tan fuerte que pensé que se me iba a desbocar.
- Erick, ya puedes salir. Ya se ha ido.
Despacio, eché hacia arriba las sábanas que cubrían el hueco de debajo de la cama de Gemma, y salí de mi escondite, recordando lo ocurrido hacía sólo unos momentos.
Cuando llamaron a la puerta y supe que era él, me bloqueé completamente. Había olvidado lo dulce y melodiosa que era su voz, la suavidad de su forma de hablar... Lo había olvidado todo, y oírle me golpeó como un martillo. Ni siquiera pude reaccionar ante la mirada de urgencia que me dirigió Lara. Tras disculparse por unos minutos, cerró la puerta de un golpe y me susurró deprisa:
- ¡Es él!
- Lo sé - fue lo único que acerté a contestarle, paralizado como estaba.
- ¿Y qué narices estás haciendo ahí parado? Date prisa, él no puede verte.
- Lara, si es en lo que estás pensando, no pienso tirarme por la ventana sólo porque...
- ¡No, idiota, que te escondas! Rápido, métete debajo de la cama - sin saber por qué la obedecí, tirándome al suelo y metiéndome como podía en aquel hueco-. Así... Con las faldas del edredón caídas, no podrá verte - se dirigía hacia la puerta cuando de repente se giró y dijo-. Voy a abrir. Como se te ocurra hacer un sólo ruido, me encargaré personalmente de arrancarte la cabeza. Ni respires.
Por toda respuesta saqué un puño con el pulgar levantado. Ella se paró frente a la puerta, y respiró hondo antes de abrir.
- Oye, lo último era broma. Sí que puedes respirar. Pero no demasiado fuerte - me avisó amenazadora. Dicho esto abrió la puerta y, tras disculparse, le invitó a entrar.
Fue como si el mismo sol se hubiera presentado allí, iluminando toda la estancia. Aunque estaba algo incómodo en mi escondite, podía verlo y oírlo todo desde allí. Sus cálidos ojos castaños estaban fijos en algún punto indeterminado, vacíos. Me costaba la misma vida verle así y no hacer nada para remediarlo. Pero él lo había querido así. Él me lo había pedido.
- Erick ha estado durmiendo aquí, ¿verdad? - dijo, con la voz desprovista de toda emoción.
- Sí, bueno... - Lara era rápida inventando excusas, así que no me preocupé por eso-. Un par de días sólo.
Lo cierto era que no me sentí con fuerzas para regresar a la habitación después de ello. Realmente, no me sentí con fuerzas para volver a verle, así que en un momento en el que él no estaba en casa, cogí algo de ropa y lo imprescindible para pasar algunos días durmiendo con Lara, en la cama vacía de Gemma; pero muchas noches ni siquiera podía estar allí. No podía evitar encogerme de dolor y pasar horas despierto, sin poder dormir, así que para no molestar a mi hermana, me bajaba a intentar dormir al sofá.
- ¿Te ha dicho por qué? - volvió a preguntar él, con el mismo tono de voz.
- No. Simplemente me lo pidió y... no puedo obligarle a contarme algo si él no quiere - mi hermanita, siempre tan convincente.
- ¿Y no quieres una explicación?
- Bueno... Desde que te he visto en la puerta, pensaba que tú ibas a dármela - ¿qué? ¿Qué quería decir con eso?
- ¿Y por qué yo? Yo no soy Erick.
- Y yo no soy idiota.
Ahora sí que estaba totalmente perdido: aquella era la misma táctica que Lara utilizaba cuando quería sonsacarme algo. ¿Qué explicación podía darle él? Yo ya le había contado por qué discutimos, ¡se lo había contado todo! ¡No había nada que ella no supiera!
Entonces, él empezó a hablar, en tropel, como si quisiera liberarse de una carga muy pesada que lo atormentaba. Realmente así era, y me di cuenta, a medida que iba escuchándole, que el que no sabía nada era yo. ¡Qué ciego había estado! Él... no podía ser. Él sólo quería que desapareciera de su vida, que le ignorara, que le odiase incluso. Pero lo estaba escuchando de sus propios labios, y sólo aquello me convenció de que no estaba soñando. Me quería... él me quería. Me sentí eufórico, con ganas de gritar, de lanzarme sobre él, de abrazarle, de besarle, de... ¡Si tan sólo él supiera! Si supiera que no hacía otra cosa más que pensar en él, que no paraba de recordarle, que le extrañaba, que me moría por decirle todo lo que sentía. Si supiera cuánto le echaba de menos, cuánto deseaba volver con él y poder espiarle mientras dormía o estaba distraído haciendo algo, por el simple placer de verle. En aquel momento mis últimos temores se disiparon, y la idea de que yo jamás pudiera llegar a gustarle se esfumó como si no hubiera existido nunca.
Cuando me quise dar cuenta, estaban despidiéndose, ya que yo había perdido la noción del tiempo desde el mismo momento en que él paró de hablar, abandonándome a mis propios pensamientos.
- ¿Ves? Te lo dije - aún seguía sin creérmelo... Lara suspiró-. Erick, ya puedes salir. Ya se ha ido - salí y me senté sobre el borde de la cama. Me sentía los músculos de la cara tensados, sonriendo. Debía parecer un auténtico gilipollas, pero no me importaba -. ¿Lo has oído?
- ¿Tú qué crees?
- Mejor. Así no tendré que faltar a mi promesa de no contarte nada.
Le hice una señal de que me diera algunos minutos para calmarme antes de seguir hablando. Estaba algo mareado, y aún me latía muy rápido el corazón. Me sentía en una nube.
- Dime que no estoy soñando, por favor.
- Para nada - respondió mi hermana, sonriente-. Es todo cierto. Repito que te lo dije.
- ¿Tú lo sabías? - le recriminé ansioso.
- No, pero tenía ese presentimiento. Ya sabes, intuición femenina.
- Tengo que ir a hablar con él... tengo que decírselo...
- ¡Ni se te ocurra! Él no puede saber que lo has oído.
- ¿Me estás diciendo que me quede aquí parado sin hacer nada?
- Desde luego, no vas a ir corriendo a contarle al pobre chico que tú también le quieres - bufó-. Escucha, creo haberle dado las pistas necesarias para que lo averigüe él solito. Déjale que lo descubra, y luego, discúlpate y haz las cosas bien.
- Que no se lo diga directamente, vamos.
- Exacto.
- ¿Y cómo se supone que voy a hacérselo saber si no?
Lara suspiró.
- Erick, si tengo que enseñarte a estas alturas de tu vida cómo ligar con alguien, me sentiré muy decepcionada contigo - me reí-. Creo que a partir de aquí podrás arreglártelas solito.
Asentí, ilusionado. Tenía tantas ganas de abrazarle...
Esa noche sí que dormí con Lara. Me sentía feliz al fin, en paz conmigo mismo, sereno. Nada podría haberme arrebatado esa sensación de euforia.
Aquella noche, por fin en mucho tiempo, pude dormir tranquilo.
me sigues teniendo enganchado XD
ResponderEliminarespero ansioso el próximo capitulo. Pero eso si, no quiero que descuides tus estudios por escribir XD
un beso muy grande. Sigue así