Cuando por fin conseguí entrar al baño, me metí en la ducha y allí permanecí durante un largo rato, desnudo, bajo el chorro del agua fría. Allí al menos sabía que nadie podría molestarme. Cuando mi piel empezó a arrugarse, salí, y miré el reloj. Eran casi las cinco, no hacía ni una hora que me había levantado, y ya sabía que había sido una mala idea.
Con sólo una toalla enrollada alrededor de la cintura, entré a mi habitación, donde estaba Erick. Oh, fantástico, ahora me iba a poner nervioso porque me viera desnudo. Intenté que él no se diera cuenta del temblequeo, y si lo hacía, lo atribuiría al frío de la ducha.
- Buenos días, ¿o debería decir tardes? - dijo con una sonrisa burlona.
- Muy gracioso - le respondí, mientras intentaba buscar mi ropa sin que él me pudiera ver demasiado.
- Escucha... - comenzó. Por Dios, que no me preguntase sobre el temblor-. Quería darte las gracias por lo de anoche.
- ¿Lo de anoche? - ¿sabría que le había estado viendo? En ese momento me quise morir allí mismo.
- Sí, cuando me desperté y tal.
- Ah. Eso de anoche. No te preocupes, no pasa nada.
- Estaba soñando con Gemma... y me asusté. Lo siento por despertarte.
- No pasa nada - repetí. Comencé a vestirme rápidamente y permanecimos en silencio durante unos minutos, hasta que al final mi curiosidad no pudo más y pregunté- ¿Qué es lo que soñaste?
- Nada - mintió. Al darse cuenta de que no podía negármelo, añadió - Nada importante.
- Por favor.
Más silencio.
- Soñé que ella estaba al borde de un precipicio, llamándome. Cuando iba hacia ella, se caía y no podía hacer nada por ayudarla. Por eso grité.
La sola imagen me aterró a mí también. Visto así, era perfectamente comprensible lo de anoche.
- ¿Por qué iba a ocurrir nada así? No tienes de qué preocuparte.
- Gemma está con sus padres en algún lugar de Sudamérica, pateándose los Andes. Manías raras de ellos. Por eso está prácticamente incomunicada y no sería tan raro que se cayera desde un risco.
Eso me hizo pensar. Ahora entendía por qué no había sabido nada de Gemma en dos días, y el por qué del miedo de Erick. Vaya, así que ni siquiera podía llamarla para recordar que él era su novio y que yo con él no pintaba nada. Eso me facilitaba las cosas muchísimo.
Bufé.
- No sabía que estaba allí.
- Ella tampoco hasta última hora. Sólo tuvo tiempo a enviarme un mensaje rápido desde el aeropuerto antes de embarcar. ¿Entiendes ahora por qué estaba así ayer?
- Visto así, es más que comprensible. Lo siento. ¿Se lo has explicado a Lara?
- Ayer, cuando me dijiste que le pidiera disculpas.
No dijimos nada más por el momento, y cada uno siguió en sus cosas.
Sin embargo, tenía que saberlo. No iba a marcharme, y por supuesto no le iba a dejar marcharse a él de aquella habitación hasta que me diera una explicación.
- Erick.
- ¿Sí? - dijo sorprendido.
- ¿Se puede saber por qué narices estás así de amable conmigo últimamente? ¡Joder, hasta hace tres días me odiabas! Yo no he hecho nada, y tú de repente has cambiado.
- ¿Prefieres que siga como antes?
- ¡Pues claro que no!
- Entonces no te quejes y disfruta.
Definitivamente, no había perdido la capacidad de frustrarme, y además lo hacía de maravilla.
- ¿No lo entiendes, pedazo de idiota? ¡No puedes cambiar totalmente de la noche a la mañana! ¡No puedes hacerme eso!
Mierda. Había hablado demasiado. Siempre me pasaba cuando me enfadaba.
- ¿Qué? - preguntó él, visiblemente confuso-. ¿A qué te refieres con que no puedo hacerte eso?
- A que -intenté encontrar el motivo principal debajo de todos mis sentimientos culpables- tengo que saber a qué atenerme contigo. ¿Entiendes? Dime si me odias, si has decidido que seamos amigos, o si simplemente vas a ignorarme; pero por favor... tengo que saberlo.
Esperé no haber sonado demasiado suplicante. Esperé que él no se diera cuenta del trasfondo que tenían mis palabras. Esperé durante cinco minutos mientras él se pensaba su respuesta.
- Creo - dijo al fin- que la última opción no nos conviene, ya que vivimos juntos. No puedo odiarte...
- ¿Por qué? -le interrumpí ansioso.
- Porque Gemma me pidió que no lo hiciera. Además, parece ser que ya no sientes nada por mi hermana, ¿no?
- ¿Quién te lo ha dicho?
- Ella - sonrió.
- ¿Y Lara cómo lo sabe?
- Simplemente, lo sabe. ¿Es que acaso es mentira?
- No - respondí, dándome por vencido-. Ya no siento absolutamente nada por Lara - dije recalcando suavemente las últimas palabras.
- Entonces, si no tengo nada contra ti, no tengo por qué odiarte. Por tanto, la única opción que nos queda, es que intentemos ser amigos. Venga, antes nos llevábamos bien.
- Antes... hace tanto tiempo de eso.
Erick se sentó a mi lado, en la cama, donde no tenía siquiera consciencia de estar. Hablar con él me envolvía, y esta conversación me estaba mareando, dando la vuelta a todas mis expectativas.
- Escúchame. Ambos sabemos que lo que le hiciste a Lara estuvo mal, pero no puedo culparte eternamente por ello, no ahora que ella es feliz. Quiero a mi hermana, y no te puedes ni imaginar lo mucho que me dolió verla sufrir de ese modo. Pero ella te ha perdonado, y creo que ya es hora de que yo haga lo mismo, ¿no te parece? Además, antes éramos amigos. Podemos seguir siéndolo, ¿no? Sólo si a ti te parece bien. Si aceptas, prometo no volver a hablarte de manera brusca, al menos no intencionadamente - sonrió-. Prometo confiar en ti. Prometo no dejarte caer nunca. Prometo estar a tu lado cuando te haga falta. - me tendió una mano, y yo le miré a los ojos, intentando averiguar si aquello era una broma. Pero en ellos sólo vi sinceridad, y supe que hablaba en serio.- ¿Podrás tu aceptarlo y prometerme lo mismo a cambio?
Le estreché la mano. El contacto con su piel me sacudió como una descarga eléctrica. Era suave y cálida...
- Lo prometo - dije devolviéndole la sonrisa.
- Bien - dijo, separando su mano de la mía. Me sentí repentinamente vacío. Él se levantó y añadió-. Bueno, es tarde, no te molesto más. Voy abajo, ¿vale? Ya nos veremos luego.
Estuve tentado de decirle que él nunca me molestaba, pero habría sido demasiado y no quería estropear el momento. Él se marchó y yo me quedé allí, sentado, con mil cosas rondándome la cabeza.
Me dejé caer sobre la cama de puro agotamiento mental. Decididamente, Erick tenía la capacidad de marearme. Pensando en lo que acababa de suceder, sonreí para mis adentros: él no me odiaba. No podía sino sentirme eufórico ante eso. No sólo no me odiaba, sino que ahora éramos oficialmente amigos. No podía ilusionarme - ¡no debía ilusionarme! - pero mejoraba muchísimo la situación.
Con todo esto en mi cabeza, me levanté para encender la mini cadena, poner el primer disco que encontré, y subir el volumen al máximo. Tras darle al play volví a tumbarme en la cama. Dejé que la atronadora música llenase mi cabeza, liberándome de mis pensamientos, pero hubo uno que no pude sacar.
"Te quiero, Erick."
Y el beso??? Y la bodaa!!!???!?!? xD
ResponderEliminarPodrías hacer Yuri gratuito... Lara y Gemma, ya me entiendes no? XD
Te amo cosita :3