lunes, 7 de febrero de 2011

Dark Passion Play - VII

Otros tres días pasaron de forma lenta y monótona, en los que no pude apenas estar con Erick a solas. Lara parecía no percatarse de nada, y casi siempre estábamos con ella, los tres juntos. Aquello por un lado me gustaba, y por otro me frustraba, porque le quería para mí. Sólo para mí. Mis sentimientos por Erick no habían cambiado en absoluto, si bien se habían hecho aún más fuertes. Pero cada vez que pensaba en él, venía a mi cabeza la idea de que él tenía novia. De que a él yo no le gustaba ni podía llegar a gustarle -y esta fue la parte más dura de asimilar. De que el hecho de que ahora fuésemos amigos no implicaba nada mas, ni lo iba a implicar jamás.
Me iba consumiendo de forma rápida, y ya no sabía qué hacer. Tenía que quitármelo de la cabeza como fuera.
Estaba tan desesperado, que, cuando una de mis "amigas ocasionales" me dio un toque, le propuse que quedáramos. Ella aceptó. Siempre aceptaban.

Aquella noche no dormí en casa.
_____________________________

Gemma llevaba una semana fuera, y se me estaba haciendo bastante duro. Sabía que ella estaba bien, o al menos, me forzaba a creerlo; pero lo peor de todo había sido aquello que me pidió antes de marcharse. Que hiciera las paces con su hermano.
¿Lo peor? Eso creí al principio. No sabía por qué, pero tenía ese aire de animal asustado, de perro que busca un amo. Era extraño, ya que desde que dejó a mi hermana, siempre se había portado de forma desafiante conmigo. Como si me estuviera retando.
En cambio, ahora parecía haberse rendido. Pero, ¿ante qué?
Los primeros tres días fueron extraños. Conciliadores. Incluso agradables. Pero él estaba cambiando, como si un oscuro secreto lo persiguiese y no le dejase respirar.
Le había visto agitado en sueños, incluso creí haberle visto llorar. No me importaba... ¿no me importaba? Eso quería hacerme creer. Lo cierto era que sí me importaba, que cada vez que veía aquel dolor en sus ojos castaños, me aterraba y me dolía a mi también.
Para remediar aquello, evitaba estar a solas con él tanto como podía. Pasaba la mayor parte del tiempo con mi hermana, o los tres juntos, pero casi nunca solos.
Justamente un día de aquellos, casi una semana tras marcharse Gemma, estábamos Lara y yo en su habitación. Ella estaba tirada en la cama, leyendo; y yo... sólo miraba por la ventana. Estábamos en un segundo piso, y la ventana de Lara y Gemma (en una pared perpendicular a la mía) daba a un hermoso patio que había abajo. Había una pequeña piscina, no muy grande pero sí profunda. Había algún árbol solitario, que salía de entre las baldosas aportando algo de color verde al sitio, rodeado por unas piedras no muy grandes pero pesadas, que formaban un círculo alrededor de cada árbol, inclinándose ante su majestuosidad. También había algunas flores, pero estaban en parterres pegados a la pared. El suelo estaba cubierto por unas baldosas de cerámica con figuras geométricas; y por las tardes, el sol bajo daba al lugar un aspecto de patio árabe.
- ¿En qué piensas? - preguntó mi hermana de repente, sin levantar la vista de su libro.
La miré en silencio. Tenía esa peculiar forma suya de sentarse, con las piernas cruzadas sobre el colchón y la espalda arqueada, como un gato agazapado a punto de saltar sobre su presa.
- En nada.
- No me mientas. Lo haces fatal.
- ¿Qué más te da?
- Curiosidad.
Me reí. Siempre era así. Éramos tan idénticos... podíamos habernos pasado así durante horas, esquivándonos el uno al otro sin llegar a nada en claro. Pero sentía la imperiosa necesidad de contárselo.
- ¿De verdad quieres que te lo diga?
- ¿Te habría preguntado si no?
- No es muy ortodoxo responder a una pregunta con otra pregunta.
- Ni lo es que estés dando mil vueltas cuando ardes en deseos de contarme lo que quiera que sea.
Volví a reírme, no pude evitarlo.
- Dispara, anda - me insistió.
- Está bien. Estaba pensando... en él.
Ahora sí que levantó la vista y me miró sorprendida. Cerró el libro, lo dejó a un lado y se levantó con suavidad para venir a mi lado, de frente a la ventana.
- ¿Qué ocurre, Erick? - la gravedad en su voz no dejaba lugar a dudas. Lo sabía. Sabía tanto como yo, o probablemente más. Aún así, tardé un poco en responderle.
- No... no lo sé. Me siento muy confundido.
- No es para menos. ¿Ha pasado algo?
- Sí... y no... no lo sé - me frustré. Sabía que, realmente y analizándolo fríamente, entre nosotros no había pasado absolutamente nada. Pero muy en el fondo, algo dentro de mí se moría por que ocurriera. Y ni siquiera entendía por qué.
Lara me miró, y yo la miré a ella. En aquel momento toda la verdad iba a salir a la luz, y yo lo sabía. Y ella también lo sabía. Y no iba a andarse con rodeos.
- ¿Él te gusta?
- Creo que sí - respondí en voz baja.
- ¿Y a él le gustas tú?
Ahí sí que me había pillado.
- No lo sé - le confesé-. No tengo la menor idea, pero es bastante improbable. Después de todo, a él le gustan sólo las mujeres. Y... yo ni siquiera sé si siento verdaderamente algo por él. Creo que es mejor que no me haga ilusiones.
- Y sin embargo, te las haces - no era una pregunta, sino una afirmación.
Abatido, me di media vuelta y me dejé caer sobre la cama más cercana, la de Gemma. Aquella era otra cuestión. Sabía que, en caso de que ocurriera algo, a ella no le importaría: yo la amaba. La amaba y moriría si dejase de hacerlo, por eso ambos habíamos acordado que teníamos libertad para, en alguna ocasión, probar cosas distintas. La llama iba a seguir estando ahí, siempre. Pero, ¿su hermano? No sabía si aquello estaba dentro de nuestro acuerdo. Jamás lo habíamos hablado, ni se nos había pasado por la cabeza.

Lara se había sentado en el borde de la cama, junto a mi cabeza. Me apoyó en su regazo, y me empezó a acariciar el pelo. Aquello siempre me relajaba, y ella lo sabía. Pasaron algunos minutos hasta que finalmente me preguntó:
- ¿Qué vas a hacer?
- No lo sé. No puedo hacer nada si él no quiere hacer nada.
- ¿Y si quiere?
- No seas ridícula.
- No, Erick, te lo digo en serio. ¿No has notado que él lleva unos días como triste y callado? - claro que lo había notado. No sabía cómo me hacía sufrir eso-. Tal vez a él le esté pasando lo mismo que a ti, pero le cueste más admitirlo.
- Es imposible, pequeña... gracias por intentar hacérmelo creer, pero es imposible. Yo... ¡yo jamás podría gustarle! Para él, soy poco menos que una bestia inhumana, alguien que siempre está de mal humor y que siempre le habla mal.
- Pensaba que ibais a ser amigos.
- Lo estamos intentando, pero, aunque lo fuéramos, sigo siendo un hombre. Somos muy distintos de vosotras, las mujeres guapas, ¿lo sabías? No tenemos esas insinuantes curvas, ni esos labios que incitan a besar. Ni esos preciosos ojos enmarcados por un abanico de pestañas negras. Ni...
- A mí me gustan tus labios. Si no fueras mi hermano, probablemente ya los habría devorado - se rió de su propio chiste.- Y tus ojos son muy bonitos.
- No puedo compararme con una mujer para alguien a quien le gustan las mujeres, ¿sabes?
- Bueno. En todo caso, no pierdas la esperanza. Si entra dentro de tu acuerdo con Gemma, ve a por él. O simplemente, deja que se sienta cautivado por tu encanto.
- ¿Mi encanto? - no pude reprimir una sonora carcajada. Carecía de encanto alguno, y aunque no estaba mal en lo que respecta al físico, tenía una personalidad bastante extraña que muy poca gente alcanzaba a comprender. En todo caso...- Está bien. Te haré caso. De momento dejaré al chico tranquilo, no voy a comérmelo. Me guardaré la bestia que llevo dentro - le guiñé un ojo-. Prométeme que si averiguas algo me lo contarás enseguida.
- Y tú prométeme que no dejarás que el hecho de que no le gusten los tíos te aleje de él.
- Te lo prometo, pequeñaja. Pero no te hagas ilusiones de ver un episodio yaoi en vivo y en directo. Después de todo, no estoy tan loco por él.

Pero sí lo estaba, y no me di cuenta hasta mas tarde, cuando vi un post-it en el corcho de nuestra habitación, escrito con su letra, en el que decía que no le esperásemos ni a cenar ni por la noche, que llegaría mañana. Y yo sabía que aquello sólo podía significar una cosa.
Furioso, rompí la nota en mil pedazos, y los arrojé sobre mi cama. Apoyé la espalda con un golpe en la pared y me arrastré hasta el suelo, sujetándome la cabeza con las manos. Aquello no debería importarme tanto. No, para mí sólo era un juego, algo nuevo que probar. Los celos no tenían cabida en aquella partida, y sin embargo, estaba celoso.
- ¿Qué me está pasando? - susurré en voz baja, sin esperar que nadie me contestara.

3 comentarios:

  1. Bueno vamos a ver. No soy bueno criticando pero lo intentaré.
    Lo primero, qe no se sepa el nombre de el protagonista no es tan inquietante.A mi, al menos, me permite meterme en el papel como si estuviese hablando yo y todo me pasara a mi en todo momento. Las descripciones de los personajes y los lugares y las situaciones, están muy bien, porque me los puedo casi imaginar a todos y pensar que estoy allí. El argumento me gusta y me engancha, porque es una historia muy enrevesada entre hermanos y exnovios y enemigos y tal. Y que se estén enamorando y que Erik sea el novio de la hermana del protagonista, solo hace mas inquietante la historia y deja mas libertad a la imaginación sobre el final, sin dejar nada claro. Está muy cuidada la ortografía y he aprendido algunas palabras nuevas XD. Me gusta como lo estás haciendo y espero ansioso el próximo capítulo. Sigue así. Besos

    ResponderEliminar
  2. A la...XD


    Yo digo:
    -¿Y el besooo? ¿Y la bodaaa?
    XD

    No pero besitos por el cuello sin rencor o algo! Xd


    Te amo.

    ResponderEliminar
  3. Bexitos por el cuello no. Nonono aun nada XD

    Chenkiu so much chicos ^^ Gaxias! Arigatou! Danke shön! Thanks! Merci!! :3

    ResponderEliminar